La forma de escritura personal es una herramienta indispensable para un escritor, ya que es el rasgo que diferencia a uno del otro, la característica peculiar en su forma de narrar. El estilo de un escritor es el resultado que se plasma en su manera de poner en práctica sus habilidades, en combinación con sus rasgos personales.
A la forma personal de escritura de cada persona se le conoce como estilo. Numerosos escritores, críticos e investigadores de la lengua han tratado de definirlo. Algunos lo han considerado la huella dactilar del escritor, otros lo han tomado como objeto de estudio para estudiar el texto como un artefacto estético.
Lo cierto es que, en general, la escritura personal está determinada por los gustos de cada persona y sus posibilidades de usar el lenguaje, pero además está condicionado por los objetivos del propio texto e incluso, en ocasiones, por el tipo de destinatarios al que va dirigido.
Escribir implica tomar una serie decisiones y descartar otras. En ese proceso se descartan palabras, estructuras y se eligen otras. Esas decisiones finalmente determinan la escritura personal del autor. De ahí que el “estilo es algo que se elige y que se ejecuta”.
Algunas de las prácticas de escritura para aprender más poderosas incluyen la escritura personal y expresiva que nos permite reflexionar sobre cómo nos sentimos y pensamos. Esto puede tomar la forma de escritura creativa en respuesta a una pregunta, anotaciones en un diario o cartas a nosotros mismos y a otros.
La escritura personal no solo ayuda a los autores a desarrollar su voz, sino que les ofrece un espacio precioso para reflexionar y procesar sus sentimientos y pensamientos, a fin de sentirse emocionalmente fuertes y equilibrados.
James Britton dice que esta escritura ayuda a "descubrir, dar forma al significado y alcanzar la comprensión". A medida que planificamos nuestros textos, es crucial crear un espacio para la escritura personal, especialmente en tiempos de crisis o cambio.
Los tres más usados son los estilos periodístico, el literario y el científico. A continuación señalaremos sus características.
Es el usado fundamentalmente en los medios de comunicación. Se trata de un estilo que está determinado por una intencionalidad específica: informar un hecho a una audiencia. Por lo tanto es un estilo que requiere de una prosa con precisión, sin ambages, directa al grano y simple para que cualquier persona pueda entenderla.
El manual de Cibercorresponsales de Redacción periodística afirma que cada periodista tiene su propio estilo, no obstante el estilo periodístico en general está caracterizado por tener claridad, es decir que tenga un léxico sencillo y fácil de comprender; concisión para lograr un texto breve pero a la vez eficiente; y corrección gramatical.
Carlos Guevara Mendoza explica, citando al manual de estilo del diario The Washington Post, que un estilo periodístico tiene dos componentes importantes, uno que reúne todas las reglas gramaticales y sintácticas; y otra, vinculada con el tono y el enfoque que se le da al texto. Estos vienen determinados, según el autor, por las normas internas que cada periódico o medio establece para sí.
En todo el abanico de registros que posibilita este estilo, se encuentran todos los géneros periodísticos: desde la brevedad y concisión de la noticia; la extensión y tono argumentativo del reportaje; hasta el tono más literario de la crónica. Cada género exige tonos, extensiones y tipos de discursos distintos, por lo cual no solo es necesario el estilo del autor, sino además la comprensión del estilo del propio género.
La función del estilo literario es estética, a diferencia del periodístico que es informar. Los textos con este tipo de estilo están caracterizados por el uso de figuras literarias como las metáforas, los símiles, las hipérboles, las metonimias, entre otros y se conoce también como escritura creativa. A su vez este estilo varía de acuerdo a los diferentes géneros literarios que escoja, a saber: la novela, el cuento, la poesía, el texto dramático, el ensayo, las memorias, etc.
Muchas escuelas y corrientes literarias han tratado de definir el estilo literario en diferentes épocas y a través de diversos enfoques. No obstante, a nivel general su estudio se ha fundamentado en los siguientes tres factores fundamentales: el autor, la obra y el lector, los cuales influyen de cierta manera con el desarrollo de un estilo.
Para Fernández Retamar citado por el académico Hugo del Castillo en un artículo sobre el tema, “siendo el estilo lo individual, lo imprevisible, cada autor, cada obra plantean problemas únicos que sólo pueden ser conquistados a base de una intuición nueva cada vez, de un acercamiento original”. De ahí la complejidad de su estudio y la diversidad de todos sus registros.
Este estilo está determinado por la difusión de conocimiento técnico o científico, por lo que se caracteriza por una prosa con terminología especializada. La intencionalidad de los textos científicos es la divulgación de avances o hallazgos de investigaciones muy específicas.
El estilo científico “se caracteriza por la conveniente elección de las palabras y la adecuada estructuración de las oraciones y párrafos”, explica Marcelo Rojas en un manual de redacción científica. Asimismo, el autor refiere que este estilo se manifiesta en las siguientes características claves: brevedad, claridad, precisión, eficacia, coherencia e impersonalidad.
Estas características determinarán la calidad pero sobre todo la efectividad en la transmisión de los conocimientos, a través de textos. En el estilo científico no hay lugar para las especulaciones u opiniones sin argumentos, mucho menos para las figuras literarias ni para la imaginación. En este sentido, el texto tiene una función meramente utilitaria.
En síntesis, los estilos de escritura no son los únicos que existen, como ya se mencionó en el principio de este texto. La escritura personal es única y está alimentada de influencias literarias, artísticas, periodísticas y de otro índole. Tiene que ver con la destreza del autor pero también con su vida psicológica y sus aspiraciones, con la intencionalidad del texto y la audiencia a la que quiera llegar.